Retracción leve de los Tendones Flexores en un potro
Introducción:
Como ya es sabido las retracciones de los Flexores pueden ser: Congénitas (mala posición intrauterina) o Adquiridas (relacionadas con un exceso de proteína en la dieta, siendo más frecuentes las bilaterales). El Tendón Flexor Profundo (TFP) se inserta al tejuelo (3ª falange) en la cresta semilunar y su unión al casco implica que cualquier tipo de retracción modificará el ángulo de éste, rompiendo la alineación del eje podofalángico .
El caso que se describe a continuación es el de un potro de dos días de vida que presenta una retracción de los tendones flexores, moderadamente del Tendón Flexor Superficial y en mayor grado del TFP apoyándose en las lumbres del casco de las extremidades anteriores sin que los talones tengan contacto con el suelo, llamado también “Síndrome de la Bailarina”




En este caso, al tratarse de un potro de dos días en el que sus estructuras son aún lo suficientemente elásticas, se procedió a colocar un zapato de material de p.v.c. fabricado a medida, con una extensión dorsal flexible; si se tratase de un potro de más días, se alternaría la combinación de la extensión dorsal con una cuña en talones que iríamos rebajando de forma progresiva para lograr resultados de una forma más lenta, evitando el dolor que se pudiera producir.


Como en otras ocasiones, se fijó el zapato con un polímero de rápida catalización (Súper Fast) con el potro tumbado y sin necesidad de tranquilizante.


Durante dos días el potro permaneció en reposo dentro del box para que la palanca y el esfuerzo del tendón fueran progresivos y las estructuras afectadas se adaptaran a los cambios de alineación. El tercer día se observó que el potro apoyaba ambos talones y se comenzó con ejercicio moderado de dos veces al día con quince minutos de paseo. Por cuatro días se mantuvo el trabajo indicado y el día siete del tratamiento, ante la buena progresión del caso, se procedió a quitar los zapatos de p.v.c.



Se observa como en sólo siete días, el ángulo del casco y el eje podofalángico es el adecuado para un potro de su edad.
Una vez más podemos constatar que los métodos correctivos, cuando son conjugados con la fisiología del potro y la cronología de su desarrollo, pueden ser muy eficientes en este tipo de lesiones y más cuando se actúa en los primeros momentos.
Sin duda existen casos leves y similares al mostrado que progresan adecuadamente con el paso de los días sin mediar corrección en ellos y otros por el contrario no evolucionan correctamente manteniendo alineaciones muy rectas que predisponen a que en un momento de desarrollo o cambio de alimentación, puedan provocar realmente una situación en la que no será tan fácil actuar o lograr un aplomado correcto, por lo que se hace indispensable que el herrador y el veterinario desde los primeros días de vida de un potro puedan valorar los aplomos de éste y ver si nos encontramos ante un caso normal, un problema serio o con una simple actuación ponemos al potro en el camino adecuado de su aplomado.
Está demostrado que esas pequeñas intervenciones a tiempo, son infinitamente más rentables para su futuro y en muchos casos no existe una segunda oportunidad con las posibilidades para actuar como en los primeros días.
En este caso bastaron siete días para poner al potro en un estado adecuado de aplomo con una actuación a tiempo, ¿para qué dejar al azar algo que podemos solucionar fácilmente?, ya existen demasiados riesgos e incertidumbres sobre la vida de un potro desde su gestación como para añadir más elementos de duda que podríamos controlar.