Desviación Angular de un potro y aplomado de corrección.

Con frecuencia nos encontramos con potros que desde sus primeros días, a ojo de un profano, muestran lo que podría interpretarse como desviaciones o aplomos “no correctos” y sin embargo sería un error, ¿dónde está el baremo?; sin duda un aplomo con un ligero Valgus de carpo o de menudillo, cierta rectitud o laxitud de su eje podofalangico, etc., es lo normal en sus primeros días hasta que se estabiliza y su equilibrio se normaliza.
El protocolo de actuación está en el control de cómo es un aplomo normal en ésa y en las sucesivas etapas, es decir, en el conocimiento exacto de la Fisiología y Cronología de crecimiento del potro; a ésto tendremos que añadirle los posibles defectos heredados genéticamente, los adquiridos por lesión o posturas antiálgicas y sin duda los vicios posturales (Grass Foot etc..)
Actuar sin tener claro si la desviación es fisiológicamente normal o no, puede llevarnos a aplomar para corregir un supuesto “defecto” y lo que conseguimos es provocar todo lo contrario cuando el potro siga su proceso normal de reequilibrio.

En este caso nos encontramos con un potro de dos meses de edad, que presenta una ligera desviación angular de Valgus a nivel de la articulación metacarpofalángica en su extremidad anterior derecha.
Algo imprescindible a tener en cuenta en la valoración de un aplomo, es poder ver al potro desde diferentes ángulos, así como observar, en libertad con su madre en esta etapa, sus pautas de conducta y posicionamiento ante las acciones cotidianas de pastar, mamar etc., en muchos casos, éstas son repetitivas y una y otra vez su postura es la misma, acentuando defectos que modifican el equilibrio de su aplomo y que quedan evidentes en sus cascos.
En este caso, cada vez que se posiciona para mamar de su madre lo hace del lado derecho de ésta, quedando la mano derecha del potro por el interior; para poder incurvar el cuello más fácilmente, retrasa y abre hacia fuera su mano derecha colocando el apoyo en el hombro medial de su casco, ésto desgasta éste y acentúa la desviación del aplomo hacia fuera; cuando come del suelo también retrasa y abre su mano derecha apoyando en el mismo hombro y extiende hacia delante la contraria, propio del conocido “mal de pradera”. Por lo tanto esta conducta postural exacerba más aún su desviación ,


Cuando observamos con detenimiento sus cascos, queda evidente la zona de apoyo por el interior (más vertical) y cómo se expande por la zona lateral o exterior del casco; este desequilibrio puede ir acentuando la desviación anormal del miembro y complicar el inicio de desviación que se percibía en la extremidad anterior derecha.

En la extremidad anterior izquierda se procede a aplomar y regularizar el desequilibrio, eliminando el sobrante de amplitud que existe en el hombro lateral y que mantenía una asimetría anómala.

En la extremidad anterior derecha, que es la afectada por la desviación angular, al igual que en la otra, se aploma y regulariza el desequilibrio, eliminando el sobrante de amplitud que existe en el hombro lateral

Pero además del aplomado, para poder ayudar a rectificar la desviación, aumentaremos la superficie de apoyo con acrílico de reconstrucción (Adhere) en el hombro interno, donde estaba disminuida, buscando una reacción en la extremidad que la redireccione a situarse más cerca del eje vertical y paralela a la contraria. Este cambio incomodara al potro en su conducta postural como referíamos antes, provocando en muchos casos un cambio en las acciones repetitivas (pastar, mamar…) lo que ayuda a sumar más acciones para regularizar su desequilibrio.

Si observamos y comparamos el antes y el después del trabajo realizado, podemos apreciar cómo se percibe un ligero reaplomado que sitúa al potro sobre una posición más correcta y aunque sea normal que su línea vertical caiga más por el interior, como corresponde de forma funcional a un potro de su edad, el valgus de la extremidad anterior derecha que es lo que nos preocupaba, se ve reducido y con mejor equilibrio del miembro.
Basta un reaplomado para encaminar al potro hacia un mejor desarrollo y evitar posibles deformidades que luego quizás no tengan tan buena respuesta o incluso ya no tengan fácil solución y comprometan su vida deportiva.
Dentro de unas semanas evaluaremos junto al veterinario de nuevo el aplomo y los cambios; comparando veremos la respuesta del potro y cómo evoluciona; el secreto está en vigilar su desarrollo, ya que éstos tienen diferentes etapas durante su crecimiento, donde todos los factores nombrados pueden influir y determinar modificaciones que nos obligan a estar siempre vigilantes.
Un punto esencial, como en este caso, es el contar con propietarios que estén mentalizados de la importancia que tiene el control por parte del Veterinario y Herrador en el desarrollo del potro, para poder diagnosticar las anomalías que requieren de correcciones y llegar a tiempo.